Hasta hace pocos años se identificaba el envejecimiento con una disminución del interés sexual, pero los médicos aseguran hoy día que ambas situaciones no tienen por qué estar relacionadas. Hombres y mujeres sufren cambios fisiológicos que condicionan la práctica del sexo y la sexualidad, pero el deseo sexual no desaparece y en muchas ocasiones la pérdida del deseo se debe a ciertos factores psicológicos o falsas creencias.
Todas estas alteraciones tienen solución gracias a eficaces tratamientos que ofrece la medicina actual, pero para disfrutar plenamente del sexo se requiere sobre todo un cambio de mentalidad y aceptar los cambios propios de la edad.
No existe una edad límite. El apetito sexual acompaña al ser humano hasta su muerte y muchos estudios demuestran que la libido no sólo permanece, sino que en algunos casos aumenta a lo largo de la vida. Esto puede crear situaciones contradictorias entre lo que una persona de edad avanzada desea y lo que puede realizar.
Pero no se puede hablar de una edad determinada para referirse a la tercera edad y a los cambios fisiológicos en las relaciones sexuales, porque el envejecimiento es algo dinámico que no afecta a todos de la misma forma. La mujer los experimenta a raíz de la menopausia y se van acentuando con la edad. En el hombre surgen algo más tarde, a partir de los 60 años. Pero estas alteraciones no implican de modo explicito el abandono de unas relaciones sexuales satisfactorias